AUTOR: Andrés Patiño
FECHA DE PUBLICACIÓN: 03-05-2023
Nos convertimos en un triste número de seguro de pensión cuando al viajar en el transporte para ir a la universidad o al trabajo no reconocemos las melodías que estamos escuchando en las emisoras. Cuando no identificamos los nombres de los artistas musicales mainstream, como lo hacíamos fácilmente en la juventud. Hacemos parte de una década condenada al olvido, cuando al reproducir música en nuestro celular, las listas son las mismas que escuchábamos en nuestra adolescencia o cuando los sonidos de nuestro cuerpo decadente que se queja, se mezclan con los sonidos del rock que consideramos “clásico” e “intocable”.
¿Por qué para escribir sobre la vejez, acudo a la música? Porque se envejece con los colores, con los sabores, con los aromas, pero sobretodo con la música. Y no es que esté mal envejecer, porque al pasar el tiempo también vienen cosas maravillosas; lo que veo con recelo es envejecer desconectándose del presente.
Estimado treintón incauto, cuarentón dudoso de todo, cincuentón cómodo y confiado: duda de ti mismo cuando no logres mantener una conversación sobre música o cultura pop-rock con la juventud de hoy. Porque no se trata de un ejercicio banal y superficial: se trata de medir y detectar qué tanto han envejecido nuestras ganas de sorprendernos con el mundo.
Y es que el concepto de lo vintage que se hizo moda, con los hípster antimoda, que ya no se ven por las calles, parece estar tan cosificado que se convirtió en sinónimo de lo único positivo, en un presente que nos es ajeno, sobretodo para aquellos que pasamos de los treinta. No podemos estar más equivocados, porque el presente nos recuerda que aún respiramos y que la música es esa píldora metafórica de oxígeno, que nos conecta con el mundo contemporáneo. El pasado debe venerarse y apreciarse como la base de lo que somos hoy, pero no se trata de vivir en él, como si después de los 2000 existiera únicamente vacío.
¿Qué percibo como identidad de éstos años en los que todavía vivo? los sonidos del Ukelele, sin duda, plasmados en la música de Boy with Uke, (uno de esos tantos interesantes artistas sin rostro como Deadmou5, Sia y Marshmello) o en una manera más reconocible en los endings de Steven Universe, Escandalosos y algunos de Bojack Horseman, los cuales juegan visual y simbólicamente con los colores icónicos de Instagram, que van del azul al púrpura pasando por el magenta.
Podemos quitarnos ese polvo marrón que es la palabra vintage explorando otros sonidos de la cultura pop, que marcan la identidad contemporanea.
¿Sabías que Dua Lipa y Billie Eilish estuvieron en Bogotá? ¿Te suenan Jonas Blue, Ava Max, BTS ó Ed Sheeran? ¿Reconoces las caras de The Weeknd, Gayle, Calvin Harris ó Kygo?
Pues bien, estimado lector si reconociste menos de tres nombres en la lista, es hora de revisar en qué siglo estás viviendo.
Por eso mi antídoto contra la vejez, no son las innumerables pastillas (un cocktail que me viene fatal), ni los ejercicios de tipo oriental practicados hace milenios, que me exasperan por su paciencia y que me recuerdan que soy un bogotano con una seña de identidad en la frente: el afán. Tampoco evado a la vejez en los colectivos geek, porque muchas veces éstos son autoreferentes de “un pasado mejor” y su aire está viciado de un desdén por los colores y los sonidos que traen las nuevas mañanas. Mi fórmula es aferrarme a la búsqueda diaria de lo que viene con el mundo, respirar profundo y zambullirme en ese inmenso oleaje de propuestas que traen las nuevas generaciones con sus sonidos y efectos diluídos y reverberantes, con esos silbidos de la música, que cada vez me son más familiares. Saber qué es el viva magenta es mi pequeño orgullo personal, eso y recibir con asombro las creaciones de DALL-E, interactuar con el ChatGPT; Coleccionar en línea Meebits y soñar con los estilos Crypto Baristas, excelentes para los aficionados a la cafeína en las tardes de viento frío de mi ciudad. Pero sobretodo, es recibir el top 200 Billboard pop, rock e EDM, lo que me permite conectarme con los habitantes del planeta.
Cuando finalice la lectura de éste texto seremos más viejos en teoría: de seguro habrá miles de avances en tecnología de sonido, el color tendencia, ya será otro; en las colecciones los KAWS y Mr DOB serán nada más que referencias al pasado; Måneskin, Oliver Tree y Nova Twins se tomarán como artistas referentes y no como novedad. Seremos parte del presente mientras abramos los ojos cada mañana y nos dejemos seducir por la música hecha hoy en día. La otra tarde me encontré, a mis cuarenta y tantos, hablando con una chica de veinte y algo, sobre Machine Gun Kelly, White Reaper y Uncured, de la manera más casual, y supe que era libre del pasado y que la clave para que el mundo sea un constante café aesthetic con buena vibra, es poder entender a los que vienen atrás de nosotros, y así poder seguir inventando absurdos pero fascinantes escenarios futuros.
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