AUTOR: Gabriel Zamora
FECHA DE PUBLICACIÓN: 12-07-2023
De parte de Dios o de parte del Diablo
«Es un asunto de pura razón. Vivimos en un mundo podrido, formado por manos muertas y regido por manos muertas.»
(John Cheever,1936. Cuento «De Paso».
Palabras de Girdanski, personaje de la historia)
Los grandes maestros de la mayoría de series animadas, películas, libros de ficción, son personas de avanzada edad, cargados de experiencias, historias, aprendizajes, en una constante búsqueda de crecimiento del ser sin importar su orientación religiosa. Es casi como ver dioses, casi como verlos en la tierra a nuestro lado, guiándonos. Es un patrón recurrente y —casi siempre— repetitivo. Sus edades, las arrugas que los acompañan suelen estar asociadas con la sabiduría y la experiencia, eso está bien. Sus voces quedas, que sin importar la lengua y con ese don de la palabra, con sus frases-casi-parábolas, transmiten paz, tranquilidad, sosiego, transmiten conocimiento. Son palabras que tienen fuerza, poder, convocan, acercan al pueblo. Por eso no es gratuita la frase, «La voz de la experiencia». Desde el chamán selvático a los líderes religiosos, desde aquella mujer sentada en su trono con un bastón y vestimentas blancas, hasta la que comanda una tribu y permanece sentada en su habitáculo donde dirige a los demás miembros. Son mujeres y hombres en el final de la vida que son guías de aquellas personas que ven en ellos un ejemplo a seguir.
Estos líderes no caminan solos, porque por otro lado y de manera tácita, las artes siempre acompañan sus discursos, mensajes, palabras, enseñanzas. Las artes, la música, arte que nos ocupa en esta crónica, es un ingrediente esencial. Existen himnos que narran cómo se logró una u otra conquista, un territorio. Existe la música religiosa (El que canta, ora dos veces) que narra de maneras diferentes ese transitar de los líderes, de los semidioses, de los dioses, de Dios. La música sublima las palabras.
Es así como surgen artistas con sus piezas musicales que exaltan santos o eventos religiosos. Giovanni Pierluigi da Palestrina, Johann Sebastian Bach, George Friderich Handel, por un lado, y por otro, Marcos Witt, Matt Maher, Stryper. La lista es larga, como los nombres de cada uno de los dioses y profetas.
Pero, ¿Qué ocurre cuando estos líderes religiosos, personas generalmente de edad avanzada, cometen actos que van realmente en contra de sus propias creencias? A todas luces es como la canción, Practice What You Preach del grupo de thrash metal, Testament. ¿Por qué justifican sus actos por encima de lo que predican? ¿Por qué manipulan con la fe, aprovechándose de su edad y supuesta sabiduría? ¿Por qué… (Escribe acá otra pregunta que te surja, no lo olvides)?
Así como existen agrupaciones de diferentes géneros musicales que tratan temas religiosos, de alabanza y de la fe; como contraparte hay quienes confrontan estas realidades, actos que atentan contra sus fieles, contra los niños, contra la humanidad, lo anterior y mil atrocidades más en nombre de la religión y el poder. Nada los justifica, sin embargo lo hacen, lo encubren con tal urgencia de aparentar una santidad y una sanidad usando la fe, las creencias, como soporte. No es el mal de una religión, es el mal de todas las religiones, es el mal de la política, el de la sociedad, como si éste estuviera intrínseco en las palabras: Ser Humano. Debido a esto, existen géneros musicales que se acoplan con más versatilidad a estas problemáticas. Sería extraño que un reggaetón tratara estas temáticas porque su enfoque es otro; de la misma manera el pop comercial, su finalidad es otra, así como una canción de cuna tiene otra. Pero hay unos géneros musicales que suelen tocar estos temas sin ningún tipo de tapujos: Black, Death, Thrash, Punk (y casi todo el resto de subgéneros). cargan en su ADN esa línea contestataria, de contracultura, esa necesidad de expresar de frente y en muchas ocasiones, con rabia lo que observan, lo que evidentemente no está bien y que sorprendentemente son realidades que quieren taparse con un dedo, mientras se cierran los ojos y se ponen tapones en los oídos. Historias de todo tipo de abuso y manipulación con esa imagen de autoridad, sacando provecho de la edad, (y, ahora supuesta) sabiduría, alabanza, posición prestigiosa. Sí, porque lo es, aunque promulguen que están rodeados de bondad y humildad. Su posición es de prestigio. Un líder religioso no pasa hambre aunque ayune. Un político no pasa hambre aunque dé un discurso en una zona de conflicto.
Así nacen estas músicas que confrontan desde cada ángulo. Sus sonidos y ritmos frenéticos, voces guturales, gritos, secuencias de acordes poco comunes y en ocasiones —con toda la intención— alejadas de una tonalidad. Temáticas que narran problemáticas de la sociedad, como el abuso de poder; ya que éste en las manos incorrectas, siempre tenderá a viciar las situaciones desde cualquier óptica, la religión, desde la fe; la política desde los intereses personales o de un beneficio de la élite de unos pocos. Es así como artistas de géneros de metal extremo, tienen una importante voz que enfrenta aquellas (y muchas otras) problemáticas sociales y siembran en sus oyentes o en su público una semilla de duda, una posible voz que permite pensar dos veces lo que se suele dejar pasar de lado.
Es así donde la línea entre lo divino y lo profano, el bien y el mal, se vuelve tan delgado que es invisible. Y es vital poder hablar del tema, cantar, narrar, escribir sobre esto. La vida va un poco más allá del comercio (y no es que el comercio esté mal), va un poco más allá de las canciones de amor (y tampoco están mal); sin embargo, estamos en un momento de la humanidad en el que pareciera que —por fin— el pueblo, el vulgo, manifiesta su inconformismo, sienta una posición. Faltan kilómetros por recorrer y muros por derribar.
Es entendible que estas músicas extremas no hagan parte de la rotación de las emisoras de música comercial y así como faltan kilómetros por recorrer, es importante —de vez en cuando— tomar papel y lápiz y escribir un poco sobre lo que no se está de acuerdo, sobre la protesta interior que cada uno de nosotros lleva adentro. Finalmente todos somos profanos, pero los líderes religiosos del mundo, no deberían tomar ventaja de su posición privilegiada para hacer lo que les venga en gana, y esto sumado a la edad avanzada de muchos de ellos, en los que con facilidad se les ve como esos seres de película, se cae en la terrible falla de idolatrar una imagen que pareciera santa, pero que al besar a un niño o pedir secretos en nombre de algún dios, están más cerca de su diablo que de su dios. Por mi parte, vuelvo a dedicarles Practice What you Preach y toda la lista de reproducción que protesta contra sus abusos.
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